De acuerdo con la Biblia se puede concluir en que una persona puede heredar en tres diferentes terrenos.
En el plano biológico, porque todos los hombres pertenecen a una familia y a una sangre.
En el plano espiritual, ya que Dios ha posibilitado heredar la sustancia de la Vida a eternal perpetuidad.
Después de esto los legados pueden tener algunas variaciones y conjunciones.
David legó a su hijo Salomón el trono de Israel. Trono es una palabra que representa autoridad, pero heredar una potestad parece ser algo que difiere de todas las demás herencias.
Con la delegación de la suprema potestad humana sobre Israel, Salomón, en su carácter monárquico, no solo recibía el legado de bienes y derechos, también heredaba obligaciones.
David demuestra interés a Salomón en que este tenga una buena gestión de gobierno para la gloria de Dios, de Israel, y para que el trono continúe ocupado por la dinastía davídica…
Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender sus canas al Seol en paz. Mas a los hijos de Barzilai galaadita harás misericordia, que sean de los convidados a tu mesa; porque ellos vinieron de esta manera a mí, cuando iba huyendo de Absalón tu hermano. También tienes contigo a Simei hijo de Gera, hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Mas él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová diciendo: Yo no te mataré a espada. Pero ahora no lo absolverás; pues hombre sabio eres, y sabes cómo debes hacer con él; y harás descender sus canas con sangre al Seol." (1ªRe.2:5-9.)
David había encomiado
La indiscutible soberanía que le compete a un Rey se vuelve más grande cuando este se viste de la nobleza de la misericordia. Ni David podría discutir esta aseveración.
Lamentablemente Salomón recibe de su padre un legado mixto, un legado en el que se funde la justicia y la equidad con viejas deudas del pasado nunca perdonadas, y reminiscencias de puro odio.
En el afán de David por la estabilidad futura del trono afloran buenos y malos consejos, buenos y malos principios.
Me pregunto si la herencia que los cristianos estamos dejando a otros cristianos está exenta de toda cuestión personal con terceros.
¿En qué grado la obra que preparamos para mañana no es la obra que disimuladamente busca tomar una revancha personal por los dolores y frustraciones de nuestro propio pasado?
¿Acaso no muere Jonatán por los celos de su padre?
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