sábado, 4 de julio de 2009

La necesidad de una predicación Expositiva (II)

El motivo de insistir un poco más en este artículo es hacer hincapié en la necesidad de una mejora en nuestra educación bíblica, y en el ministerio de la Palabra.

Existe un acuerdo general entre los cristianos con respecto al propósito de la iglesia, este acuerdo general revela que:

-La iglesia está para evangelizar y hacer discípulos.
(Para cumplir la Gran Comisión)

He notado que casi nadie parece recordar que además de esto la Biblia hace referencia a otra función de la iglesia, función que corre en forma absolutamente paralela al mandato de anunciar las buenas nuevas y hacer discípulos.
Esa otra gran responsabilidad, o este otro gran propósito de la iglesia revela que:

"…la iglesia del Dios viviente (es) columna y baluarte de la verdad." (1ªTim.3:15.)

Para que su obra no se desvirtúe, toda iglesia debe tratar con mesura y equilibrio estos dos grandes propósitos:
1- la proclamación de la fe.
2- la preservación de la fe.

El hecho de que la iglesia de Dios deba cumplir con su misión de ser "columna" y "baluarte" de la Verdad nos remite a un campo en el cual la educación bíblica y el ministerio de la Palabra deben tomarse con suma seriedad, ya que no se puede sostener ni proteger una verdad que aún no se ha apropiado.

De modo que el punto más crítico frente a este desafío es el proceso en el cual el pastor maestro impartirá el conocimiento del texto Sagrado a los cristianos para que estos lleguen a ser eventualmente columna y baluarte de la Verdad Suprema.

Es por esto que no sin cierta preocupación deseo referirme más específicamente al método por medio del cual se debiera impartir la enseñanza bíblica a los hermanos.

Se supone que como "columna" la iglesia debe ser el punto de apoyo, o de sostenimiento donde la verdad doctrinal pueda permanecer asentada. Como "columna" (gr. στύλος = stulos) la iglesia representa metafóricamente el elemento fundamental de sostén en una estructura sobre la que reposa un gran peso, peso que debe interpretarse como responsabilidad; la de ser sostenedores de la doctrina cristiana.

Si pensamos en el lugar y en el rol que la columna había desempeñado como concepto en la arquitectura de aquella avanzada civilización griega nos daremos cuenta que el apóstol recurre a una figura universal de punto de apoyo con la intención de establecer un gran paradigma: la iglesia es el único medio o agente en virtud del cual la Verdad Escritural permanecerá siempre sostenida, elevada, presente, firme, y clara en medio del otras verdades que son sostenidas por los hombres.

Para la arquitectura griega la columna era el concepto más esencial de sostén, era insustituible, irremplazable, única, noble, poderosa, y casi divina. De modo que si se hace el traslado de este concepto a la iglesia, su función de única o exclusiva sostenedora de la sana doctrina saltará a la vista.

Se ha discutido mucho sobre el asunto de cómo sostendrá la verdad el cristiano. En mi humilde opinión ese no es el punto de coyuntura en el tema, debido a que, gracias a las garantías que Dios nos ha dado, es perfectamente posible para los hijos de Dios ser sostenedores de la fe que fue dada una vez a los santos. El tema de "contender ardientemente" por ella está en la naturaleza del espíritu cristiano, porque quien conoce la Verdad con cierta profundidad no hará más que defenderla. El verdadero problema está un paso antes de la defensa, y tiene que ver con ¿cómo llega un nuevo convertido a ser columna y baluarte de la verdad? ya que es imposible sostener algo que no se tiene.

El problema tiene que ver con el desafío de lograr que un creyente inmaduro llegue a tener sus propias convicciones sobre la defensa de la fe, su propio deseo de ser columna y baluarte de la Verdad.
Es aquí donde se debe escoger estratégicamente el método por el cual se le impartirá la Verdad al creyente para que este las pueda asimilar, interpretar, hacerla parte de su propia vida y finalmente sostenerla, porque esto no pasará por casualidad.

Aquí es donde entra a jugar la pericia pedagógica del pastor maestro, es decir, de usted, quien más allá de proveer sana enseñanza, debe brindar a los discípulos las herramientas necesarias para que ellos puedan convertirse en estudiantes individuales de las Sagradas Escrituras.
El pastor debe hacer las cosas de tal manera que el discípulo llegue a ser como su maestro, porque pastorear a alguien es elevarlo con miras de presentarlo perfecto en Cristo Jesús.

Las más nobles funciones pastorales están relacionadas con modelar artesanalmente a los hermanos para que estos lleguen a ser cristianos, es decir, para que estos lleguen a exhibir el carácter moral de Cristo, su Arquetipo.
Pero esto es imposible si el cristiano está bajo un tipo de predicación o un sistema de enseñanza en el cual tiene un acceso limitado al texto Sagrado. Tal es la suerte de aquellos que son alimentados en base a un régimen de sermones temáticos, en los cuales solo se pueden dar pequeños resquicios de la Biblia. Porque la exposición del párrafo Sagrado hecha en forma temática es acotada y limitada respecto de la exposición verbal y exhaustiva. (De ahí que sea tan notoria la falta de preparación pedagógica en el cuerpo de pastores y maestros de las iglesias cristianas, y de ahí la urgencia de buscar una solución.)

Que quede claro que lo que digo es ciencia, y no celo.
(la esencia de este artículo se apoya en las leyes de la pedagogía.)

El método por medio del cual se vuelcan los conocimientos es lo que determina la capacidad de la estructura psíquica de la persona. Ya no se trata de las preferencias del maestro, sino de que el rendimiento de un método es mucho más beneficioso que el otro, por cuanto permite una comprensión más óptima y una estructura que admite la asimilación de razonamientos más profundos y complejos respecto a la materia de la Biblia. En otras palabras no se puede establecer ni punto de comparación entre el método expositivo y el método temático.

Es ingenuo creer que un creyente puede llegar a ser sostenedor de la Verdad cuando el sistema de enseñanza al que está sometido constantemente solo le puede proporcionar los rudimentos de la doctrina de Cristo. La prueba más clara está en que los creyentes con más de tres años en las iglesias saben todos los temas de la Biblia pero no saben nada de ella, ni pueden penetrar con buena exégesis un texto sencillo. La causa de esto es, a su vez, el magro nivel de preparación de los que enseñamos: pastores y maestros.

Las columnas han ilustrado históricamente los puntos de apoyo sobre los cuales muchos hombres inteligentes supieron perpetuar sus ideales, pero la mayoría de las iglesias de Cristo no pueden llegar a convertir a sus soldados en columna y baluarte de la Verdad.
La mayoría de los pastores tiene mucha dificultad en lograr que los hermanos lleguen a buen puerto en este asunto de ser sostenedores de la fe, y naturalmente se corre el riesgo de que muchas obras mueran con sus líderes, o sean desviadas porque las personas que forman parte de esas obras no llegan a tener una real participación en el trabajo de ser columnas sostenedoras de la Verdad.
Esto puede ser revertido solo si a los creyentes se les enseña a interpretar por sí mismos las Sagradas Escrituras. Ningún pastor puede ganar la carrera contrarreloj que existe en la prolongación de la obra si elige el método de enseñanza bíblica equivocado.

El resultado concreto de ese método insuficiente de enseñanza hoy está a la vista de todos, los cristianos solo consiguen proclamar un Evangelio que carece de contenido, y un mensaje que suena hueco, cíclico, reiterativo, y que deja un sabor insípido en los paladares que verdaderamente desean gustar el sabor de las cosas de ese famoso Jesucristo…

Entre muchos pastores, prácticamente nadie cree que esta responsabilidad (la de ser sostenedores de la Verdad) sea previa a la de evangelizar y hacer discípulos, y sin embargo la es, porque ningún hermano de una iglesia puede compartir con efectividad un Evangelio que no ha llegado a comprender bien, y mucho menos puede llegar a hacer un verdadero discípulo.

Un Baluarte (gr.εδραίωμα = edraioma) es un concepto de la arquitectura cuyo significado supera al de la palabra en sí misma. Un baluarte debe ser considerado bajo todo concepto como un diseño de defensa. En aquellos tiempos eran necesarios para tomar una posición en la cual se podía ejercer una defensa física contra los ataques enemigos.

De acuerdo con el concepto que en la arquitectura griega representaba un baluarte, como "baluarte de la verdad" la iglesia viene a ser un lugar de amparo y defensa para la doctrina bíblica, indicándose seguramente con esto que hay quienes tienen intenciones de atacarla desde afuera.

¿Cómo alguien puede defender algo que ni siquiera ha aprendido a sostener?

Pero cuidado, porque como "baluarte de la verdad" la iglesia debe ser no el lugar, sino el agente de defensa. (El salón de reunión no es el lugar, por antonomasia, donde se nos manda a defender la Verdad, sino que la iglesia es, en todo lugar, el agente que debe hacerlo. El término "la casa de Dios" es equivalente a una familia, o a un grupo de personas que tiene ciertas cosas en común. Por ejemplo, "la casa de Jacob", "la casa de Israel", etc.)
Cada legítima congregación cristiana debería ser preparada por sus líderes para tener una capacidad de argumentación reflexiva y defensiva de la doctrina cristiana con respecto a aquellas doctrinas atacantes, y la predicación expositiva del texto Sagrado es, estratégicamente hablando, la mejor herramienta para edificar una iglesia que debe cumplir con su función de ser "columna y baluarte de la Verdad".

La predicación expositiva es, no obstante, con todo y ser el mejor método científico para nuestra necesidad, el método más ausente de presentación de las verdades del texto Sagrado en los pulpitos…

El cuadro que nos toca ver del cristianismo en general, refleja una profunda carencia en el conocimiento de las Escrituras. No es por falta de Biblias, ni por falta de personas con buena disposición, ni por falta de horas de enseñanza; es por falta del manejo de un método de instrucción idóneo.

Es dudoso que el cristianismo de hoy pueda ser "columna y baluarte de la verdad".

¿Qué calidad de vida puede llegar a tener y a ofrecer una comunidad cristiana que deja para después la tarea por donde la obra justamente comienza? No se puede cumplir ninguna digna Comisión si no se empieza tomando en serio el método de predicación y de enseñanza de la Biblia a los hermanos.
No se puede realizar con éxito la evangelización y el discipulado cuando las bases de la educación bíblica de la congregación son tan deficientes.

Usted como pastor debe poner como primera prioridad el ministerio de la Palabra. Eso significa que se debe organizar un sistema de estudio que le permita ampliar su capacidad didáctica.
Piense que el futuro de su congregación como "columna y baluarte de la Verdad" depende de varias cosas, pero especialmente de lo que en el púlpito dice su boca.

Extracto del libro "El pudor de la exégesis" por Diego Silvano.

No hay comentarios: