En esta conocida historia es importante entender de entrada que NO se nos plantea la pelea, (como generalmente se cree): Acab versus Elías, sino la pelea: Acab versus Dios.
Estos planteos tan diferentes suelen confundirse con peligrosa facilidad.
Con demasiada frecuencia los hombres malos ven en los hombres justos a sus principales enemigos. Sin embargo, los justos deben saber discernir su rol en situaciones tan críticas para no ser arrastrados por sus propios celos. Los que disciernen correctamente en semejantes circunstancias no dan un paso en falso hacia la tentación de tomarse personalmente las cosas que le corresponden oficialmente a Dios.
Gracias a Dios muchos cristianos se dan cuenta de que ellos no son una causa moral en sí mismos, sino una agencia moral de Dios, o mejor dicho, causahabientes de una causa moral más grande.
El mismísimo Acab consideró equivocadamente a Elías como su principal enemigo, pero Elías insistió en que el rey estaba trabado en una lucha contra Dios, y no contra el hombre de Tisbé.
"Y Acab dijo a Elías: ¿Me has hallado, enemigo mío? El respondió: Te he encontrado, porque te has vendido a hacer lo malo delante de Jehová."
No olvidemos que fue Dios quien dijo a Elías: "Vé, muéstrate a Acab". (1ªRe.18:1.)
Si bien en esta oportunidad Elías reaccionó sabiamente ante un rey que quería personificarlo como su enemigo cardinal, también es cierto que Elías no tomó la misma actitud frente a otras circunstancias del mismo tenor.
Elías no tenia ninguna obligación de asumir un papel salvador, ni vengador en su ministerio, pero a veces accedió al hecho de que el pueblo lo considerara como una especie de extensión de la mano salvadora de Dios, y que, por otro lado, los inicuos lo consideraran una amenazadora prolongación de la mano vengadora de Dios.
En verdad, él no había sido llamado a ser ni una cosa ni la otra, pero en algún momento, de alguna manera, los sentimientos de Elías fueron extraviados de la sincera fidelidad a Cristo, y tal como la serpiente con su astucia había engañado a Eva, el también fue engañado y llevado a un terreno peligroso; el de una supuesta auto suficiencia.
Es oportuno recordar que Dios reprendió y humilló a Elías en forma contundente debido a que sus presunciones habían crecido hasta el punto de creerse el postrer profeta de Dios en la tierra, y que Dios no estaba haciendo nada para impedir que lo mataran.
Era previsible que Elías, al no querer protagonizar un "papel de reparto" en la película en la que solo Dios tiene un protagonismo estelar, tarde o temprano llegara a experimentar una gran decepción consigo mismo viendo que la camiseta Divina le quedaba demasiado grande. (Satanás tampoco entiende totalmente que si llegara a cumplir con su cometido le ocurriría algo semejante.) Muchos ángeles y muchos hombres no entienden que Dios debe ser el protagonista principal de la escena de la vida, y nosotros mero contingente.
Como a Elías, a usted y a mí a veces nos cuesta conformarnos con la pequeña gran parte que nos corresponde en la obra de Dios, porque buscamos promovernos piadosamente dentro de la piedad, aun cuando esto nos signifique un costo elevado. Para el humano redimido cualquier posición exaltada no deja de ser una gran tentación.
En el caso de Elías se debe tener en cuenta que había estado en el centro de grandes escenas:
-había sido objeto de un milagroso sustento durante tres años y medio,
-había resucitado un muerto,
-había logrado sobrevivir durante un importante período de tiempo entre los mismísimos Sidonios (hay que imaginar lo que hubiera hecho la sidonia Jezabel, cuyo padre era el rey de Sidón, si se enteraba que Elías estaba en un escondrijo en su propia tierra natal)
-había enfrentado al inescrupuloso y enfurecido rey Acab, cara a cara, sin temerle, escupiéndole en la cara su propio pecado, acusando de idolatría a él y a su familia.
-había triunfado en el monte Carmelo contra cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y cuatrocientos profetas de Asera,
-había degollado a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal (hay que imaginar el temple que requiere el pasar un mismo cuchillo por los cuellos de cuatrocientos cincuenta hombres, hay que imaginarse el morboso y dramático espectáculo en detalle)
-había atraído, si se quiere, una lluvia decisiva,
-había descendido a la carrera del monte Carmelo, delante del carro de Acab hasta Jezreel, (aproximadamente unos 25 km. de distancia)
Todo iba bien para él, no obstante, cuando Dios pone a prueba al profeta bajo el rigor de la misma muerte, este demuestra que la vida le era un valor demasiado estimable como para ofrendársela a Él sobre el altar de los gentiles, y consecuentemente corre por su vida…(aunque después comprobó que era preferible la muerte): "se levantó y se fue para salvar su vida… y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres."
Dios ha querido mostrarnos al profeta entre bambalinas, en el escenario y fuera del escenario, triunfante en lo alto, y derrotado en el profundo valle, descollante de poder, y derribado hasta la muerte.
El asumir roles y responsabilidades que no le competían llevó a Elías a verse temporalmente excepcional, pero cuando llegó el momento de demostrar su más alto honor fracasó, cayendo en la cuenta de cual era su verdadero estado espiritual. Esta realidad es la que llevó a Elías a una gran crisis depresiva.
Hoy en día, el perfil de la mayoría de los líderes cristianos es el de personas sinceras y muy bien intencionadas que están dispuestas a hacer cualquier cosa para Dios…
Por ser tan benevolentes estos líderes acceden a demandas demasiado arduas para ellos a las que solo Dios es capaz de responder. El ponerse la camiseta Divina para salir a repartir bendiciones y maldiciones no es un trabajo que por ahora Dios haya delegado a sus hijos.
Como consecuencia de este juicio erróneo, en el universo cristiano el mayor índice de depresiones (el síndrome de Elías, digamos) se encuentra mayoritariamente entre el liderazgo. Es que la camiseta de Dios es demasiado grande para nosotros, sus pequeñuelos.
Al echar una mirada al depresivo mundo de los líderes cristianos uno puede corroborar esta verdad: "Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras…"
Por tentadoras que sean las ofertas y las demandas espirituales a nuestro alrededor, no nos tomemos a título personal las funciones oficiales que solo le corresponden a nuestro Dios.
Seamos siervos inteligentes.
"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno." Ro.12:3.
sábado, 4 de julio de 2009
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